lunes, 23 de mayo de 2016

Kafka y la Muñeca - la omnipresencia de la pérdida.



Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia insólita.

Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca.

Kafka se ofreció a ayudar a buscar la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar. Incapaz de encontrar a la muñeca compuso una carta “escrita” por la muñeca y se la leyó cuando se reencontraron:
- “Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras...“-

Este fue el comienzo de muchas cartas.

Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada.

Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente la veía diferente de la muñeca original.

Una carta adjunta explicó: -"mis viajes me han cambiado…“-
Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca.

En resumen, decía: -" Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente“- .

martes, 5 de abril de 2016

PLANTADOR DE DÁTILES.

En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.

Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Eliahu transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

- ¿Que tal anciano? La paz sea contigo.

- Contigo -contestó Eliahu sin dejar su tarea.

- ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?

- Siembro -contestó el viejo.

- Qué siembras aquí, Eliahu?

- Dátiles -respondió Eliahu mientras señalaba a su alrededor el palmar.

-¡Dátiles!! -repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez.

-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.

- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...

- Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?

- No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso, ¿qué importa?

- Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos.

Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojala vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.

-Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.

- Me has dado una gran lección, Eliahu, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.

- Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.

- Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.

-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseché no solo una, sino dos veces.


-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte

jueves, 16 de abril de 2015

LA FELICIDAD ES ALGO INTERIOR

 Usa tu inteligencia para buscar las cosas donde 

están y no donde no están, incluso si está oscuro. 


Busca dentro de tí. 


Una tarde la gente vio a Rabiya buscando algo en la calle 
frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana, 
¿Qué pasa? -le preguntaron- ¿Qué estás buscando?. 
―Perdí mi aguja, dijo ella. Y todos la ayudaron a buscarla. 
Pero alguien le preguntó: ―Rabiya, la calle es larga, pronto 
no habrá más luz. Una aguja es algo muy pequeño ¿porqué 
no nos dices exactamente dónde se te cayó?. 
―Dentro de mi casa, dijo Rabiya. 
―¿Te has vuelto loca? -preguntó la gente- Si la aguja se te ha 
caído dentro de tu casa, ¿porqué la buscas aquí afuera?. 
―Porque aquí hay luz, dentro de la casa no hay. 
―Pero aún habiendo luz, ¿cómo podremos encontrar la aguja
  aquí si no es aquí donde la has perdido? Lo correcto sería
 llevar una lámpara a la casa y buscar allí la aguja.
Y Rabiya se rió. 
―Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vais a
 utilizar esta inteligencia para vuestra vida interior? Os he 
visto a todos buscando afuera y yo sé perfectamente bien, lo 
sé por mi propia experiencia que lo que buscáis está perdido
 dentro. Usad vuestra inteligencia ¿porqué buscáis la 
felicidad en el mundo externo? ¿Acaso lo habéis perdido 
allí?. 
Se quedaron sin palabras y Rabiya desapareció dentro de su 
casa. 


¿LAVAS LAS MANOS DE TU PADRE?


Un joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó la entrevista inicial e iba a conocer al director para la entrevista final. El director vio su CV, era excelente. Y le preguntó: " ¿Recibió alguna beca en la escuela?" el joven respondió "no".
"¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? "
" Si."-respondió.
"¿Dónde trabaja tu padre? "
"Mi padre hace trabajos de herrería."
El director pidió al joven que le mostrara sus manos . 
El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.
"¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo? "
"Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.
El director dijo: 
"Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana."

El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta. 
Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos. 
Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.
Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio. Los moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.
Después de limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo tiempo.

A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.
El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó: "¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu casa?"
El joven respondió: -"lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar su taller"
"Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la importancia y el valor de ayudar a la familia.

El director dijo: "Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida". "Estás contratado".

Un niño que ha sido protegido y habitualmente se le ha dado lo que él quiere, desarrolla una "mentalidad de tengo derecho" y siempre se pone a sí mismo en primer lugar. Ignoraría los esfuerzos de sus padres. 
Si somos este tipo de padres protectores ¿realmente estamos demostrando el amor o estamos destruyendo a nuestros hijos?
Puedes dar a tu hijo una casa grande, buena comida, clases de computación, ver en una gran pantalla de televisión. Pero cuando estás lavando el piso o pintando una pared, por favor que también él lo experimente. Después de comer que lave sus platos junto con sus hermanos y hermanas. No es porque no tengas dinero para contratar quien lo haga, es porque quieres amarlos de la manera correcta. No importa cuán rico seas, lo que quieres es que entienda. Un día tu pelo tendrá canas, igual que la madre de ese joven. 
Lo más importante es que tu hijo aprenda a apreciar el esfuerzo y tenga la experiencia de la dificultad y aprenda la habilidad de trabajar con los demás para hacer las cosas."


martes, 7 de abril de 2015

EL CREE QUE NO PUEDE


A un niño le encantaban los circos y lo que más le gustaba era los animales y de todos ellos el que más llamaba su atención era el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, parecía obvio que ese animal era capaz de arrancar con facilidad la estaca y huir.
El misterio era evidente: ¿Por qué no huía si aquello que lo sujetaba era tan débil comparado con su fuerza?
Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a varias personas por el misterio del elefante y alguien me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: Sí esta amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace algunos años descubrí a alguien lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño".
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía... hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que se siente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez.
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos hacer", simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.
Grabamos en nuestro recuerdo "no puedo... no puedo y nunca podré", perdiendo una de las mayores bendiciones con que puede contar un ser humano: la fe.
La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO NUESTRO CORAZÓN y todo nuestro esfuerzo como si todo dependiera de nosotros, pero al mismo tiempo, confiando totalmente en Dios como si todo dependiera de Él.


EL SACO DE CARBON

Un día, Jaimito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto.  Su padre lo llamó y Jaimito lo siguió, diciendo en forma irritada:

- Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarlo!

Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien continuaba diciendo:

- Imagínate que el estúpido de Pedrito me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso! Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la escuela..

El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de donde tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:

- ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver como quedó.

El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como la tendedera estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa.

Cuando el padre regresó, le preguntó:

- Hijo, ¿qué tal te sientes?

- Cansado, pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.

El padre tomó al niño de la mano y le dijo:

- Ven conmigo quiero mostrarte algo.

Lo colocó frente a un espejo que le permitió ver todo su cuerpo... ¡Qué susto! Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo:

- Hijo, como pudiste observar la camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que queremos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre quedan en nosotros mismos.

Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras.
Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones.
Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos.
Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter.
Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá tu destino.



viernes, 20 de marzo de 2015

UN NUDO EN LA SÁBANA


En la reunión de padres de familia de una escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los ‪hijos. 
Ella entendía que aunque la mayoría de los padres de la comunidad eran trabajadores, debían encontrar un poco de tiempo para dedicar y pasar con los niños.
Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana.
Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo y cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya estaba acostado.
Explicó además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia.
Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba reemplazar esa falta dándole un beso todas las noches cuando llegaba a su casa y para que su hijo supiera que él le había ido a ver mientras dormía, hacía un nudo en la punta de la sábana.
Cuando mi hijo despierta y ve el nudo, sabe que su papá ha estado allí y lo ha besado. El nudo es el medio de comunicación entre nosotros.
La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando comprobó que el hijo de aquel hombre era uno de los mejores alumnos de la escuela.
Este hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse con otros.
Aquél padre encontró su forma, una forma simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía a través del nudo, todo el afecto de su papá.
Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que olvidamos lo principal que es la comunicación a través del sentimiento.
Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban para aquél hijo, muchísimo más que un montón de regalos o disculpas vacías.
Es válido que nos preocupemos por las personas, pero lo más importante es que ellas sepan y puedan sentir nuestra preocupación y cariño por ellas.
Para que exista la comunicación, es necesario que las personas “escuchen” el lenguaje de nuestro corazón, ya que los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras.
Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, el golpe de la rodilla o el miedo a la oscuridad.
Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben distinguir un gesto de afecto y amor, aunque ese gesto sea solamente un nudo en la sábana. Un nudo cargado de afecto, ternura y amor.
“Vive de tal manera que cuando tus hijos piensen en justicia, cariño, amor e integridad, piensen en ti..."
LOS AMO... FEEDE Y ALEJO!!!!!!!

jueves, 19 de marzo de 2015

SIN UNA GOTA DE SANGRE


Un científico de Phoenix,  Arizona quería probar una teoría.
Necesitaba un voluntario que llegase hasta las últimas consecuencias.
Lo consiguió en una penitenciaria.
Era un condenado a muerte que sería ejecutado en la penitenciaria de St. Louis en el estado de Missouri donde existe la pena de muerte ejecutada en la silla eléctrica.

Propuso lo siguiente:
El participaría en un experimento científico, en el cual sería hecho un pequeño corte en el pulso, lo suficiente para gotear su sangre hasta la última gota.

Él tenía la probabilidad de sobrevivir, en caso contrario, fallecería por pérdida de sangre, o sea una muerte sin sufrimiento ni dolor.
El condenado acepto, pues era preferible eso a morir en la silla eléctrica, además tenia chances de sobrevivir.
El condenado fue colocado en una cama alta de hospital y amarraron su cuerpo para que no pudiera moverse.
Hicieron un pequeño corte en su pulso.
Abajo de su pulso fue colocada una pequeña vasija de aluminio.
Se le dijo que oiría su sangre gotear en la vasija.
El corte fue superficial y no alcanzó ninguna arteria o vena, pero fue lo suficiente para que el sintiera que su pulso fue cortado.

Sin que él supiera, debajo de la cama Había un frasco de suero con
una pequeña válvula.

Al cortar el pulso, fue abierta la Válvula del frasco para que el creyese que era su sangre la que caía en la vasija.

En verdad, era el suero en la vasija que goteaba con cierta frecuencia de gotas por minuto.

El científico, sin que el condenado lo viera, cerraba un poco la válvula y el goteo disminuía. Mientras tanto el condenado creía que era su sangre la que estaba disminuyendo.

Con el pasar del tiempo fue perdiendo color, quedando cada vez más pálido.

Cuando el científico cerro por completo la válvula, el  condenado tuvo un paro cardíaco y murió, sin ni siquiera haber perdido una gota de sangre.

El científico consiguió probar que la mente humana cumple, al pie de la letra, todo lo que le es enviado; que todo ello  es aceptado por el individuo, sea positivo o negativo,  y que tal acción envuelve a todo el organismo, sea en la parte orgánica o psíquica.

Esta historia es una alerta para que filtremos lo que llega a nuestra mente y la forma en que llega,  pues ella no distingue lo real de lo fantástico, lo cierto de lo equivocado, simplemente graba y cumple lo que le es enviado.

"Quien piensa en fracasar, ya fracasó antes de intentar".


"Quien piensa en ganar, lleva ya un paso adelante"

LA ROSA Y EL SAPO



Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín.  Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. 


Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo:

- Está bien, si así lo quieres.

Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa: y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.

Le dijo entonces:
-Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó?

La rosa contestó:
- Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual.

El sapo solo contestó:
- Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.

Moraleja:
 
Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada. Dios no hace a nadie para que esté sobrando en este mundo, todos tenemos algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona, nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.


viernes, 27 de febrero de 2015

EL ALACRAN

Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone, ¡Pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?"
El maestro respondió: "La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño!! ...sólo toma precauciones. 

Algunos persiguen la felicidad; otros la crean.
COLABORACIÓN.  RICARDO PABON CARVAJAL